Lecturas


 Didáctica de la Música, Juan Gómez Espinosa

Capítulo 3

Las nuevas tecnologías deben implementarse en las aulas como una herramienta más, sin miedo y sin estigma, ya que para los alumnos del siglo XXI son tan cotidianas y normales como puede lo es el material escolar tradicional. Las TIC, además, permiten acercar conceptos y habilidades complejas a los niños de una forma sencilla y lúdica. El diseño de los programas informáticos y los recursos online suele ser muy intuitivo y atractivo en términos visuales, facilitando mucho su dominio.

Para implementar las TIC de forma adecuada en el aula de música hacen falta una serie de recursos. Obviamente se necesita un ordenador y conviene disponer de una buena conexión a Internet, pero para la enseñanza musical se recomienda tener, además: altavoces, micrófono, una pantalla de buen tamaño, impresora o escáner y un instrumental musical que pueda conectarse a un equipo informático (MIDI: Musical Instruments Digital Interface).

A grandes rasgos, se distinguen tres tipos de recursos TIC: los editores de partituras (Sibelius, Encore…), los editores de audio (Audacity, Wave Lab, Magix…) y los recursos de Internet, muy variados y abundantes (páginas web, portales de música, blogs de maestros…). Otro recurso muy ligado a las TIC es la pizarra digital (PDI), una excelente herramienta para experimentar colectivamente el conocimiento y compartirlo, l ser un punto de encuentro que dota de fluidez a la clase.

Las TIC ofrecen multitud de ventajas: permiten conseguir los objetivos didácticos con más agilidad, ayudan a corregir errores y comprender conceptos debido a su configuración (por ejemplo: con los programas de edición de partituras los alumnos pueden entender de forma sencilla los pulsos de cada compás, ya que estos programas, a menos que se reconfiguren, no permiten romper las reglas de la teoría musical), resultan muy atractivas para los niños y pueden utilizarse en grupo. Pero también presentan inconvenientes que se deben tener en cuenta como, por ejemplo: pueden favorecer el aislamiento social y la individualidad, su uso excesivo puede derivar en rechazo a tareas que no se resuelvan de forma inmediata o a una incapacidad del maestro de planificar o trabajar sin ellas.


Tras leer reflexivamente el capítulo, he llegado a la siguiente conclusión: las TIC nos brindan un mundo repleto de oportunidades pero, para que sean efectivas, hay que sabes dominarlas y evitar que nos dominen; se debe buscar un punto medio entre la enseñanza tradicional y las nuevas tecnologías. Además, no solo debemos conocer recursos TIC: también valorarlos de forma crítica y hacer criba a la hora de seleccionar unos u otros. No todo vale y no todo es bueno o, simplemente, no es adecuado para nuestro contexto educativo. Por eso, un maestro de música comprometido con las TIC no solo debe conocer muchos programas y opciones online para trabajar distintos aspectos de la materia: también debe tener un punto de vista critico y no conformarse con lo primero que encuentre por la red. 

Para terminar, una última idea que quiero comentar es que, gracias a la lectura, he descubierto una nueva ventaja a las TIC de la que no me había percatado: la configuración de muchos programas para  editar partituras se rige por las normas de la teoría musical, por lo que el niño, al experimentar con ellos deducen y asimilan conceptos que pueden resultar engorrosos o abstractos si se aprenden de formas más tradicionales y rígidas. Tal vez, si hubiese tenido la oportunidad de juguetear con estos programas de pequeña, dudas sobre armonía o escalas se habrían disipado rápidamente, y habría adquirido aptitudes rítmicas con mucha más facilidad.



Epígrafes 2.11 y 2.12

Los alumnos del siglo XXI son nativos digitales. Sin embargo, muchas veces la escuela, “el reflejo de la sociedad”, no lo es tanto en cuestiones tecnológicas e informáticas, desvinculándose de la realidad del niño.

En muchos colegios el aula de informática, por ejemplo, no suele estar preparado para trabajar Música de forma individual. Otros, a pesar de contar con todas las facilidades, no son aprovechadas porque los propios maestros de Música se muestran reacios usarlas y se excusan en que enseñar las TIC implica perder tiempo de hacer otras actividades: los llamados tecnófobos. También los hay quienes las usan para absolutamente todo, aunque no hagan falta: los tecnófilos. ¿Cuándo y cuándo no es conveniente usar las TIC en el aula de Música?

Las TIC en Educación Primaria deben implantarse de forma lógica y su uso debe estar justificado, bien porque utilizarlas hace el aprendizaje más completo y rico o porque, si no se implantan, las tareas que los alumnos pueden hacer se ven mermadas porque no cuentas con las destrezas o conocimientos previos necesarios.

El maestro de Música tiene la responsabilidad de saber usar diferentes programas informáticos relacionados con la materia, de conocer multitud de recursos en línea y de estar siempre actualizado en el universo informático. Estos epígrafes ofrecen una gran lista de dichos recursos.

En conclusión, las TIC son una gran herramienta de autoaprendizaje y aprendizaje colaborativo, y tienen infinidad de aplicaciones y utilidades muy interesantes, pero siempre deben usarse con cabeza, analizando cuándo es conveniente y coherente usarlas.


Estos epígrafes me han gustado especialmente por la cantidad de recursos que comentan, y los cuales echaré un vistazo. Sin embargo, al igual que en la lectura anterior, comparto la idea del texto a cerca de los extremos: en el punto medio se encuentra la virtud, y una buena clase de Educación Musical no debe ignorar las TIC por completo, ya que forman parte de nuestro entorno cotidiano, como tampoco puede centrarse única y exclusivamente en ellas.

Soy de la opinión de que una cosa se aprende mejor cuando la manipulas. Por eso, no creo que siempre sea conveniente usar las TIC para enseñar aspectos de esta materia, como tampoco creo que el libro de texto sea la herramienta más eficaz de aprendizaje. 

La música debe ser vivencial: se debe sentir y se debe experimentar. La música (al menos en estos niveles) no debe ser sinónimo de fichas repletas de ejercicios mecánicos y repeticiones exhaustivas de una pieza hasta que suena medio bien con la flauta dulce, pero tampoco debe reducirse a una pantalla y unos auriculares. El aula de música no es un aula de conservatorio: los niños no están ahí para sacarse un título más, están ahí para descubrir la música con el cuerpo, con el movimiento y, por qué no, con las TIC. Y para disfrutarla. No hay nada más triste que odiar la música cuando vives rodeado de ella. 

Es por esto que creo que las TIC solo deben aplicarse en situaciones concretas y para alcanzar ciertos objetivos que de otra manera serían inalcanzables (por ejemplo, me parecen una manera muy interesante de disipar la abstracción que rodea los conceptos más teóricos de la música o para descubrir nuevas formas de expresión musical), pero que, si existe una forma más manipulativa y corporal de experimentar y aprender algo, esa forma debe primar por encima de cualquier pantalla, que bastantes horas pasan ya los niños delante de esos rectángulos luminosos. 







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